Durante siglos, antes de que existieran hospitales modernos y medicinas industriales, la naturaleza era la principal fuente de salud. En la Edad Media, los médicos, monjes y curanderos confiaban en el poder de las hierbas para tratar enfermedades, aliviar el dolor y cuidar el cuerpo. Pero, ¿cómo sabían qué planta usar? ¿Por qué algunas hierbas eran consideradas “sagradas”? ¿Y qué tanto de todo eso sigue vigente hoy?
Sigue leyendo estas historias sobre la medicina antigua y te sorprenderás al descubrir cómo el jardín medieval era, en realidad, una farmacia viva.
La medicina medieval: entre la fe y la naturaleza
En la Edad Media (aproximadamente del siglo V al XV), la medicina era muy diferente a la actual. No existían laboratorios ni antibióticos. La gente creía que las enfermedades eran castigos divinos o desequilibrios del cuerpo causados por los "cuatro humores": sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema. La tarea de los médicos era restaurar ese equilibrio… y para eso, las hierbas eran esenciales.
Quienes curaban en esa época podían ser:
- Médicos formados en universidades como las de Salerno o Montpellier.
- Monjes y monjas, que cultivaban plantas medicinales en los huertos de los monasterios.
- Curanderos populares, que usaban recetas transmitidas de generación en generación.
Los huertos de los monasterios: verdaderos laboratorios naturales
Los monasterios fueron clave para conservar y difundir el conocimiento sobre hierbas. En sus jardines, los monjes cultivaban todo tipo de plantas para curar enfermedades. Además, copiaban libros antiguos que hablaban sobre medicina y botánica.
Uno de los textos más famosos fue el “Herbarium” de Apuleyo (siglo IV), un manual ilustrado que describía cientos de hierbas y sus usos. También usaban el Capitulare de Villis, una orden de Carlomagno que listaba las plantas medicinales que debían cultivarse en los jardines imperiales.
Los jardines medicinales solían tener formas geométricas, con caminos de tierra y pequeños cercos. Allí crecían plantas como el romero, la salvia, el hinojo, la ruda, el ajenjo y muchas más.
Las hierbas más usadas en la Edad Media y sus aplicaciones
A continuación, algunas de las hierbas más importantes y cómo se usaban para curar:
Salvia (Salvia officinalis)
Nombre significa “la que salva”.
Se usaba para limpiar heridas, aliviar el dolor de muelas y mejorar la digestión.
También se creía que fortalecía la memoria.
Romero (Rosmarinus officinalis)
Popular por su aroma, se usaba en baños y ungüentos.
Se creía que protegía del “aire corrupto” (hoy diríamos infecciones).
También se quemaba para purificar el ambiente.
Manzanilla (Matricaria chamomilla)
Se usaba para calmar dolores de estómago y ayudar a dormir.
Su infusión era común en niños y ancianos.
Ajo (Allium sativum)
Considerado un "antibiótico natural".
Se usaba para tratar infecciones, problemas respiratorios y parásitos.
Ruda (Ruta graveolens)
Muy usada para “expulsar lo malo” del cuerpo.
También se aplicaba para aliviar dolores musculares y problemas menstruales.
Ajenjo (Artemisia absinthium)
Eficaz contra parásitos intestinales.
Estimulaba el apetito y ayudaba al hígado.
Cómo se preparaban los remedios
Los métodos para preparar las hierbas eran variados. Aquí algunos ejemplos:
- Infusiones: hojas o flores secas se dejaban en agua caliente, como un té.
- Cataplasmas: plantas trituradas aplicadas directamente sobre la piel.
- Ungüentos: hierbas mezcladas con grasa animal o cera para aplicarlas como crema.
- Jarabes: combinaciones de hierbas con miel o vino.
A menudo, se usaba vino o vinagre como base porque ayudaban a conservar las propiedades curativas y actuaban como desinfectantes.
¿Magia o medicina? El delicado límite
En la Edad Media, la línea entre medicina y magia era muy delgada. Muchas recetas incluían oraciones, símbolos cristianos o rituales para “activar” el poder de la hierba. Por ejemplo:
“Cortar la planta al amanecer, sin hablar, mirando al este y rezando el Padre Nuestro”.
Hoy nos parece extraño, pero para ellos, la fe era parte fundamental del tratamiento. De hecho, muchas hierbas eran consideradas “benditas” si crecían cerca de lugares sagrados o durante ciertas festividades.
El papel de las mujeres en la medicina con hierbas
Aunque muchas veces fueron invisibilizadas por la historia oficial, las mujeres tuvieron un rol central en la medicina con hierbas. Las comadronas, curanderas y herbolarias atendían a la mayoría de la población rural.
Sin embargo, con el paso de los siglos y el auge de la inquisición, muchas de estas mujeres fueron perseguidas por "brujería". El saber popular fue desacreditado, y muchos conocimientos se perdieron… aunque algunos resistieron en la tradición oral.
¿Qué podemos aprender hoy de la medicina con hierbas medieval?
Aunque hoy tenemos medicinas más eficaces y seguras, la sabiduría antigua aún tiene valor. Muchas de las plantas usadas en la Edad Media siguen formando parte de remedios naturales actuales. La fitoterapia, por ejemplo, es una rama de la medicina que estudia el uso de las plantas con base científica.
Además, cultivar hierbas en casa tiene beneficios que van más allá de la salud:
- Aromatizan el jardín.
- Atraen polinizadores.
- Se pueden usar en la cocina.
- Conectan con tradiciones antiguas y nos invitan a cuidar el entorno.
Conclusión: un legado verde que aún florece
Las hierbas fueron más que plantas en la Edad Media. Eran símbolo de conocimiento, cuidado y conexión con la naturaleza. En un mundo sin tecnología médica, ofrecían esperanza y alivio. Hoy, ese legado sigue vivo en nuestros jardines, infusiones y libros.
Si alguna vez preparas un té de salvia o riegas tu romero, recuerda: estás participando en una historia milenaria, donde la salud nacía de la tierra y el saber pasaba de boca en boca.
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